En los inicios de la existencia de la República de Chile se escriben los primeros pasos del servicio doméstico. Durante el período de la colonia cerca del 10% de la población nacional se encontraba inserta en el ejercicio de trabajos de servicio doméstico siendo su gran fuerza la esclavitud negra, sin embargo, a pesar de la abolición de la esclavitud en 1826, el numero de empleados de trabajadores del hogar explotó durante el siglo XIX así los censos que se realizaron durante 1854 y 1930 reflejaron que el trabajo doméstico era una fuerza laboral masiva y transversal en la población chilena. Este crecimiento del número de trabajadores de casas particulares se debía en gran parte a la adaptación de las costumbres europeas por parte de la elite criolla, provocando incluso una pequeña inmigración de personal europeo que pretendía refinar el oficio demostrando educación y cosmopolitanismo. Así durante el siglo XX el servicio doméstico se convierte en una de las principales actividades asalariadas ejercida por mujeres. Décadas pasaron antes de que las primeras asociaciones gremiales de mujeres trabajadoras del hogar comenzaran a existir y a levantar la voz por derechos básicos y primordiales como lo son el reconocimiento legal y la seguridad social.
En 1964 nace la Asociación Nacional de Empleadas de Casa Particular o ANECAP y durante el gobierno de Salvador Allende se llegan a conformar 16 sindicatos que agrupaban a las mujeres trabajadoras del hogar del país. Esta entidad existe aún en la actualidad.
La ANECAP junto a otros gremios crearon en 1980 la Comisión Nacional de Sindicatos de Casa Particular consiguiendo una de las más importantes reivindicaciones, dejar de ser llamadas empleadas domésticas para comenzar a ser llamadas trabajadoras de casa particular.
El trabajo doméstico ha estado marcado por la discriminación, el abuso y la falta de leyes que los amparan. El Día Internacional de las (los) Trabajadoras (os) del Hogar agrupa a mujeres y hombres que han desempeñado sus laboresbajo serias vulneraciones a sus derechos básicos, falta de contratos de trabajo, sin protección social, jornadas extensas, sin días de descanso ni vacaciones, falta de claridad en sus funciones, salarios que van por debajo del mínimo establecido en cada país, y un sinfín de otras transgresiones.
Si embargo
el 16 de junio del año 2011 la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
adoptó un tratado histórico, el Convenio sobre Trabajo Decente para las
Trabajadoras (os) Domésticos, se trata del primer tratado en establecer derechos
para las y los trabajadores del hogar. Hoy son cerca de 73 países que han
ratificado el Convenio de la OIT 189 garantizando a los trabajadores domésticos
los mismos derechos que puede tener cualquier otro trabajador. De cualquier forma,
siempre es importante avanzar cuando se trata de otorgar derechos y protección
a los trabajadores, pero aun faltan enormes pasos por dar cuando se habla sobre
todo de mujeres trabajadoras del hogar. Según datos de la CONAPRED de 2015 en México
alrededor de 2.4 millones de mujeres trabajan de manera remunerada en casas
particulares, un 95% de ellas son mujeres y de esa cantidad un tercio corresponde
a mujeres que comenzaron a trabajar siendo niñas. En chile durante la primera
mitad del sigo XX se estimaba que el 80% de las mujeres que migraban del campo
a la ciudad se desempeñaban en labores domésticas la gran mayoría sin terminar
sus estudios de enseñanza básica. Pero en pocas palabras ¿En qué consisten las
labores de una trabajadora del hogar? Se definen como “los servicios o
actividades prestados para el hogar familiar, pudiendo revestir cualquiera de las
modalidades de las tareas domésticas, así como la dirección o el cuidado del hogar
en su conjunto o de algunas partes…” algunos ejemplos, el cuidado de personas
dependientes, de adultos mayores, de niños, actividades de cocina, jardinería,
conducción de vehículos entre otras funciones. Y si según el párrafo señalado
describe sus funciones dando a entender que un trabajo como cualquier otro,
porqué se tardó tanto en otorgar derechos de protección social, como seguro
médico, seguro de cesantía, establecer un salario mínimo y establecer la
existencia obligatoria de un contrato de trabajo. Este día que quedó fijado en
el calendario desde 1988 reconoce no a solo a las mujeres trabajadoras del hogar,
sino que también a los hombres que se desempeñan en este oficio. No obstante,
esta fecha que pretende ser inclusiva no nos hace olvidar que en la mayor parte
de los casos el trabajo doméstico es realizado por mujeres. A veces se trata de
una labor invisible, sin reconocimiento, sin pago, con jornadas muy largas,
desvalorada y oculta es más en algunas ocasiones “ni siquiera se considera un trabajo,
sino una obligación casi natural de las mujeres”. Según la Encuesta Nacional
sobre el Uso del Tiempo (ENUT), las mujeres dedicas unas 42.3 horas semanales a
las actividades domésticas mientras que los hombres solo destinan a estas
funciones 15.2 horas a la semana. Referente al tiempo con los hijos, las
mujeres superan por 155 millones de horas al tiempo invertido por los hombres a
esta labor. En muchos países el trabajo doméstico ni siquiera es una variable para
medir el PIB, pero se presume que su valor en dinero es igual a 21.7 millones
del PIB.
La pandemia
ha agudizado las irregularidades presentes en el trabajo doméstico ejercido por
mujeres, a la fecha existen 180.000 trabajadores informales. El Sindicato de
Trabajadoras de Casa Particular (Sintracap) ha registrado una serie de
denuncias de mujeres que han sido presionadas para cambiar su modalidad de
trabajo de puertas a fuera a puertas a dentro con la amenaza de que si no se
accede se quedarán sin trabajo. La presidenta del Sindicato Nacional Unitario
de Interempresa (Sinducap) Emilia Solís señala, “Hemos recibido hartos despidos
porque no hay para pagar los sueldos” y agrega que el problema se agudiza
cuando se trata de trabajadoras migrantes. Por su parte María Cotal presidenta
del Sintracap dice muy certeramente “Es incomprensible. Hace un mes atrás éramos
parte de las familias. Éramos el pilar fundamental para el desarrollo de la
familia y de un momento a otro los empleadores corren a deshacerse de la trabajadora
que le causará un gasto. ¿Es así como nos ven? ¿Cómo un objeto desechable
cuando para ellos somos una carga o responsabilidad?”
El cine, a su
manera ha intentado en distintas épocas transmitir la vida desigual de los
trabajadores domésticos, dejando ver claramente, la discriminación los abusos,
la explotación y más específicamente que significa el concepto total de “nana”
en Chile y el mundo.
Por ejemplo
“The Help” del año 2011 donde se muestra delicadamente la realidad de las
empleadas domésticas afroamericanas de las familias de sociedad sureña de los
años 60 en EE. UU.
Y no se
puede dejar de mencionar a la película chilena la “Nana” de Sebastián Silva del
año 2006 protagonizada por Catalina Saavedra que refleja la vida de una nana
puertas adentro solitaria y tímida que ha entregado su vida al cuidado de una
familia que no es suya y como reacciona ente el miedo de ser desechada y
reemplazada.
El cine puede
ser un reflejo de la realidad internacional que viven los trabajadores del
hogar, el Convenio 189, que pretende entregar dignidad a través de derechos fundamentales,
genera un avance importante si nos referimos a visualizar el trabajo doméstico
como una actividad económica en igualdad de derechos.
Aun queda un largo camino para reivindicar a las millones de trabajadoras del hogar, que aun sufren vejaciones por parte de sus empleadores, que han quedado sin trabajo y sin ninguna protección social debido a la pandemia, que deben dejar a sus hijos por cuidar a otros. Debemos proteger a las mujeres inmigrantes que por enviar dinero a sus familias viven en la miseria soportando la vulneración de sus derechos. Debemos visibilizar el trabajo doméstico considerándola otra variante del progreso económico de nuestro país y del desarrollo de la sociedad.